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¿Qué es un actor orgánico?

Lunes, 24 Julio 2017 14:19

Un actor orgánico es aquel que tiene un concepto de verdad adquirido, prácticamente asimilado, en la piel. Es un actor que busca por todos los medios apropiarse de su personaje y sus circunstancias.

El actor orgánico busca activar reacciones orgánicas en su cuerpo. No imitar estas reacciones, sino crearlas realmente.
Que su cuerpo responda a los estímulos de autosugestión o “histeria controlada”, como también solemos llamarlos, de manera de trabajar mediante un proceso y no en búsqueda de resultados, para que éstos lleguen por si solos, sin forzarlos, como consecuencia natural de dichos estímulos.

“Libertad Controlada”.
A mi entender no basta con eso, a lo anterior le agregaría todo lo que considero o llamo el “perfil de excelencia de un actor”.
Un actor no solo debe ser orgánico sino también precavido de nunca hacerse daño ni hacerle daño a otros o a las cosas que le circundan, como la escenografía o el atrezo. De manera que por el afán de ser auténtico no puede excusarse jamás de llegar a situaciones límite que puedan tornarse peligrosas para él mismo y para el entorno de trabajo. Con esto me refiero también a daños psicológicos o agresiones a la parte personal del artista, desde aspectos que considero impropios, como inmiscuirse en la vida privada del actor o forzar al actor a revolcarse en áreas de su psique que no deben ser tratadas sino por psicólogos o psiquiatras.
Creo que, lamentablemente, se ha hecho una mala interpretación del método por muchas escuelas en este sentido. Por este motivo el actor debe aprender ejercicios que siempre le provean de pautas para el auto control sin dejar de liberar sus impulsos. Hay un equilibrio implícito en esta técnica que requiere de mucha práctica.

Nada debe ser más importante que el ser humano.
Hay conceptos de la ética en toda carrera artística que deben ser previstos por toda escuela para que se dé un ambiente de camaradería y respeto entre unos y otros.
Hay dolores psicológicos que pueden invadir al actor al abordar el personaje que pueden estar rozando o tocando en forma extrema su psique, afectándolo innecesariamente. Para ello, el docente debe prever que se usen otras herramientas que no lleguen a convertirse en un lastre, representación tras representación, para el actor.
Prefiero, por eso, partir del estímulo constante de la imaginación como principal músculo del actor.

Importante es entender que estamos para servir al personaje, pero ello se debe a una pasión que nos mueve y nos satisface, y no que nos hace sufrir o se convierte en un proceso tormentoso.
Siempre le digo a mis alumnos “si no hay placer en lo que haces, es un mal signo”.
El buen actor cuando sufre porque su personaje sufre, lo disfruta enormemente.

También debemos estar atentos a ser exigentes sin ser desmedidos porque entonces se alienta una actitud de eterna inconformidad, y esta es una actitud lamentable y destructiva que hay que evadir a toda costa. Volvemos a la necesidad de un “equilibrio emocional” que ayude al actor a ser disciplinado y ambicioso, sin perder jamás el disfrute de actuar. No intentar jamás realizar “la gran actuación” porque la perfección no existe en la vida real, ni en el teatro; y en segundo lugar, porque estaría trabajando en su contra colocando una presión psicológica innecesaria.

Por todo lo anterior, deben verse y celebrarse los pasos acertados que el actor va dando, cada uno a su medida.
Tengo gran respeto hacia cada actor que viene a mí, porque estoy consciente de que cada persona tiene en si mismo un dios que hay que dejar que fluya de su interior. Por ello, hay que darle a cada actor la confianza necesaria para probar y arriesgarse sin que le importe caerse. Esa confianza debe recaer en un seguir las pautas dadas sabiendo que siempre encontrará respuestas. ¿Qué tipo de respuestas? Nadie lo sabe a priori, esto es justamente lo maravilloso del Método.